Loading...

El testigo del cura


EL TESTIGO DEL CURA
MINIFICCIONES





Tus hermosos dientes

 

Te lo he dicho mil veces, no me molestes mientras como, que me cae mal la comida; pero tú no entiendes y sigues hablando y hablando, que de tu vida, que de tus perros, que de tus cosas; como si me importara ¿Cómo dicen, un bledo, un comino? o no sé qué otra cosa que no sé que carajo significa. No importa, por eso te he atado a la silla, enfrente mío, sigues hablando  aun con esa boca que sin pellejo deja ver tus hermosos dientes, por lo menos, con tus ojos ha desaparecido esa mirada acusadora…Te he dejado acompañarme; pero sigues hablando mientras como y eso ¡No lo soporto!

 





Flores negras

 La besó, sus labios mutilados, sus ojos desorbitados no reprodujeron ninguna escena. Su cuerpo, lo que quedaba de él, cedió sin presiones al asalto. El olor putrefacto, agridulce no era percibido como al principio; como aquél día cuando en un éxtasis de locura y crack había profanado su tumba…que le había prometido cojérsela en el mismo velorio… que en el mismo ataúd, cual si fuera un lecho nupcial o una cama de trigo; que los gusanos no devorarían lo que por derecho le pertenecía. ... No lo hizo.

 La Promesa incumplida que lapida los huesos, obsesión sacrílega. Esa maldita incertidumbre sudorosa que inundaba su lecho. La madrugada de aquel día, presta y permisiva, le devolvía la calma. Pala en mano, se aventuró a lo que todos pensábamos que era la última morada de la niña triste y quejumbrosa. Sacó, creyó él, del ensueño de la muerte el diminuto saco de huesos, y escuchó lamentos, quejas y maldiciones, voces que le reprochaban tan inusitado hurto; no se inmutó, la cargó con la delicadeza con que se agarra un bouquet y le prometió una vida después de esa muerte.







Verosimilitud de lo imposible.

 Te estoy mirando ahora. Frente a mi taza humeante de café, prendo mi segundo cigarro.  Notas que te miro y piensas que no soy una desconocida, pero extrañamente no recuerdas mi nombre ni donde me has visto. Estas más delgado, tus dulces canas han desaparecido. No usas lentes  y tu vestuario de adolescente es un shock imposible.

 Entonces, saco el móvil, te llamo y te pregunto si puedo besarte, si no te importará que sea infiel, contigo, diez años atrás.

 

 

 
















Reading , PA